Ciudad y vejez

Señor Director:

Habiendo recién pasado el mes del adulto mayor y ad-portas de elecciones, Chile enfrenta una urgencia: somos el país con la tasa de envejecimiento más alta de América Latina. La población sobre 65 años se duplicó entre 1992 y 2017 y hoy bordea el 15% del total, mientras el tamaño promedio de los hogares cayó de cuatro a 2,8 personas por vivienda. Sin embargo, el país no está preparado para una sociedad que evidentemente, envejece. ¿Cómo estamos proyectando nuestras ciudades ante esta realidad? ¿Cómo vamos a vivir en 20 o 30 años más, con esta realidad demográfica?

Las políticas públicas se concentran en pensiones y salud, pero dejan fuera la habitabilidad y el territorio. Solo una de cada cuatro empresas dirige sus productos a este grupo, aunque en el hemisferio norte los mayores representan el 60% del consumo. Es interesante abrirse a modelos colaborativos, tan necesarios para esa etapa de la vida. Modelos como el cohousing (vivienda colaborativa intencional), establecidos en países como España o Dinamarca, hacen posible combinar vida independiente, espacios comunes y redes de apoyo intergeneracional, probando que, además, trae importantes beneficios para niños, jóvenes y personas mayores.

En línea con esto, incorporar la vivienda universal y adaptar las ciudades, veredas, cruces y plazas, son otros de los pasos que faltan para hacer de Chile un país donde envejecer no sea un desafío, sino una etapa vivible y digna.

Javiera Basso – Líder de la Unidad Estudios de Mujeres Inmobiliarias y directora en JLL

Fuente: El Libero

Aprender a envejecer también es una lección financiera

Pablo Morales Director Carrera de Contador Auditor Universidad de Las Américas

Octubre es el mes del adulto mayor, una fecha que invita no solo a reconocer la sabiduría y experiencia de quienes construyeron nuestro país, sino también a reflexionar sobre cómo nos preparamos para llegar a esa etapa de la vida. En Chile, la conversación sobre la vejez suele centrarse en las pensiones, pero pocas veces se aborda el componente educativo detrás de la planificación financiera.
La educación financiera no se limita a aprender a manejar ingresos o gastos, sino a comprender el ciclo completo de la vida económica. Desde la primera remuneración hasta la jubilación, cada decisión de ahorro, inversión o endeudamiento tiene un efecto acumulativo que incide directamente en la calidad de vida al envejecer. Como solía decir mi madre “los huevitos se dejan en distintas canastas”, recordándonos que la diversificación y la previsión son claves para enfrentar los vaivenes del futuro.
Lamentablemente, la formación financiera sigue siendo baja. Según la OCDE (2020), menos de la mitad de los adultos en los países miembros posee conocimientos financieros básicos en temas como interés compuesto, planificación del ahorro o diversificación de inversiones. Esto implica que muchas personas llegan a la tercera edad con una comprensión limitada sobre cómo administrar sus recursos, enfrentar imprevistos o aprovechar los beneficios del sistema previsional.
Las universidades, los colegios y los medios de comunicación, tienen un rol clave en revertir esta realidad. Incluir contenidos financieros en los programas educativos, promover talleres comunitarios o incorporar la planificación para la vejez en las mallas curriculares de carreras como contabilidad o trabajo social, puede marcar la diferencia. La educación financiera debe ser vista como una herramienta de bienestar y no solo como una competencia económica.
Planificar la vejez es un acto de responsabilidad individual, pero también de justicia social. Un país que enseña a sus ciudadanos a administrar sus recursos desde jóvenes, construye generaciones más conscientes, autónomas y preparadas. En el mes del adulto mayor, el mejor homenaje que podemos rendir es formar una sociedad que valore el conocimiento financiero como parte esencial del buen vivir.

Fuente: diarioelheraldo.cl

Manténgase “a toda máquina” después de los 65 años

En Chile existen diversos programas estatales de cursos, viajes y beneficios sociales que permiten a las personas mayores mantenerse activas, cuidar su salud y seguir participando plenamente de la
sociedad para disfrutar los años dorados con autonomía y energía.
Noemí Salazar, terapeuta ocupacional de Senior Suites, una residencia
para que las personas mayores vivan con autonomía, bienestar y cuidados profesionales, nos entrega las siguientes
Recomendaciones:

Movimiento diario:

“Mantener la movilidad previene caídas y pérdida de masa muscular. Por
eso, recomendamos caminar, ejercicios de equilibrio o fuerza”, indica la profesional. El Ministerio de Salud, así como diversas municipalidades, promueven programas dirigidos a¡ personas mayores para integrar la actividad física como pilar de la prevención de dependencia.

Chequeos programados:

“Nunca está de más realizar una cita preventiva con el médico, al menos una vez al año, controlar presión, glicemia, visión y audición, ya que permite detectar riesgos tempranos”, advierten desde Senior Suites. Es más, el sistema público impulsa revisiones periódicas, como el Examen de Medicina Preventiva del Adulto Mayor (Empam) que se realiza en los Centros de Salud Familiar (Cesfam).

Entrenar la mente:

A través de actividades cognitivas, como clubes de lectura, talleres y
cursos. “El objetivo es retrasar el deterioro y fomentar la socialización. Programas municipales y nacionales contemplan talleres y espacios comunitarios para personas mayores”, señala Salazar.

También en Sence.gob.cl es posible accedera cursos en línea y asincrónicos para aprender sobre nuevas tecnologías, inteligencia artificial y a desenvolverse en ambientes digitales.

Fuente: El Mercurio, Sección sociedad, Pág. 20 (Medio Impreso)

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