Un estudio de Harvard reveló un peligro desconocido para los adultos mayores de 50 años

La salud de las personas tiene algunos parámetros fijos de cuidado como una alimentación balanceada y la realización de ejercicio físico de forma regular. Sin embargo, a medida que los años pasan el cuerpo va cambiando y la mente lo hace también, por lo que el tiempo demanda mejores hábitos para prologar la calidad de vida.

En cuanto a los adultos, el Instituto Mayo Clinic explica que en esta etapa de la vida una buena nutrición es fundamental para la salud y el bienestar general. Además, pone énfasis en la depresión que en las personas de mayor edad no suele presentar síntomas muy visibles y, por lo general, tiene su nacimiento en el contacto social reducido.

Desde la Universidad de Harvard se dio a conocer un estudio que alerta sobre un peligro desconocido para los adultos mayores de 50 años. Los investigadores señalan que muchas personas sufren de soledad crónica, una situación de vida que puede afectarlos emocionalmente y con consecuencias para la salud.

La investigación fue realizada por la Escuela de Salud Pública T.H. Chan y explica que la soledad crónica se relaciona directamente con el incremento en las posibilidades de que las personas padezcan de un ataque al corazón. Ese incremento es de hasta un 56% por lo que demuestra así la gravedad de no hacer algo para evitarla.

Con estos datos, desde Harvard remarcan la necesidad de reconocer a la soledad como una problemática de salud pública. Las personas que se encuentran en esta situación corren un gran riesgo de padecer problemas cardiovasculares y en este sentido reclaman la necesidad de implementar políticas tendientes a impedir el aislamiento social de las personas.

Los resultados de esta investigación son respaldados también por la cardióloga Gosia Wamil, del Instituto Mayo Clinic, quien afirma que “las conexiones sociales y las relaciones de apoyo contribuyen al bienestar general”. La profesional remarca en este sentido que “socializar suele ser bueno para la salud del corazón”.

Es por estos motivos que la Universidad de Harvard hace referencia a la importancia de que las personas puedan seguir haciendo amistades, participando de actividades grupales y disfrutando de los espacios al aire libre, entre las recomendaciones comunes como hacer ejercicio y alimentarse adecuadamente.

FUENTE: eluniversal.com

¿Asilo de Ancianos o Residencia del Adulto Mayor?

Rompiendo Estigmas

Históricamente, los asilos de ancianos se establecieron como lugares donde las personas mayores podían recibir cuidados básicos y alojamiento cuando ya no podían vivir de manera independiente. Estas instituciones surgieron en una época en la que el envejecimiento de la población comenzaba a ser un tema relevante. Sin embargo, con el tiempo, algunos asilos adquirieron una reputación negativa, siendo percibidos como lugares de abandono y carencia.

El cambio en la terminología de “asilo de ancianos” a “residencia del adulto mayor” refleja en parte una evolución en el lenguaje, pero también señala una transformación más profunda en el enfoque y los valores de estas instituciones. La transición hacia términos que enfatizan el respeto, la dignidad y la calidad de vida de los residentes es un paso hacia la desestigmatización y la modernización del cuidado de personas mayores.

Las residencias del adulto mayor, en contraste, han surgido con un enfoque en mejorar la calidad de vida y ofrecer un entorno acogedor y seguro. Estas residencias promueven la independencia y la participación activa de los residentes en diversas actividades recreativas, sociales y educativas, lo que contribuye a su bienestar integral.

Estas instituciones proporcionan una atención que respeta la autonomía de cada individuo y servicios que incluyen asistencia en actividades diarias, administración de medicamentos y apoyo en la movilidad, siempre con un enfoque en el respeto y la dignidad. Cuentan con profesionales de la salud de diferentes disciplinas que promueven el envejecimiento activo y supervisan la salud general de los residentes.

Las residencias del adulto mayor representan una evolución en el concepto de cuidado para personas mayores. Estas instituciones han surgido con un enfoque más holístico y centrado en la calidad de vida, promoviendo un entorno acogedor y familiar que contrasta con la percepción que se tiene sobre los asilos de ancianos. A través de programas diseñados para fomentar la independencia y el bienestar, las residencias crean un ambiente donde residentes se sienten valorados y respetados.

Recomendaciones para favorecer el proceso de masticación en las personas mayores

Para lograr una dieta equilibrada además de elaborar platos de buena calidad y saludables, es fundamental la buena preparación de los alimentos. Más aún, cuando se trata de una alimentación dirigida a personas mayores, que suelen sufrir dificultades a la hora de deglutir y digerir según qué alimentos.

En este sentido, es importante seguir estas recomendaciones alimentarias para favorecer el proceso de
masticación en las personas mayores y contribuir así a una mejora de la ingesta de alimentos y optimizar su digestión.

  • Comer despacio. Es necesario enseñar a las personas mayores que deben comer en pequeñas cantidades y masticar varias veces antes de su deglución. Eso favorecerá, además, una buena
    digestión, otro aspecto muy importante para su bienestar.
  • Utilizar las herramientas de cocina disponibles (picadora, rallador, robot de cocina…) para modificar
    la consistencia de los platos o ingredientes más duros.
  • Es importante cuidar la presentación de los platos, así como lograr que la comida resulte apetitosa
    a la vista.
  • Utilizar productos de apoyo que faciliten la autonomía de las personas mayores a la hora de comer.
    Éstos pueden ser cucharas adaptadas, vasos no pesados, etc.

Para conseguir que el organismo pueda absorber los nutrientes necesarios es tan relevante el tipo de alimentos que ponemos en la mesa como su preparación. Y es que, en el caso de las personas mayores,
dificultades en la movilidad de la lengua, xerostomía o sequedad bucal, dentaduras postizas, dolores en la
boca o problemas dentales son algunas de las causas principales que generan obstáculos en el disfrute de las comidas entre este grupo de personas.

En este sentido, una de las partes más importantes de la alimentación, y en la que se puede incidir de forma activa, es en facilitar la masticación. Las personas mayores tienen que comer de todos los grupos de alimentos (verduras crudas, frutos secos…). Modificando la forma de elaborar los alimentos más duros:
ensalada en juliana muy pequeña, ensalada liquida servida en capas en chupito, pastel de estafado de ternera, harina de frutos secos para mezclar con el yogur…. No se trata de elaborar platos diferentes, si no
de adaptar los platos a sus necesidades para que disfruten de la comida del mismo modo.

Comer en buena compañía, con una dieta variada y realizando una correcta masticación incide de manera
directa en la calidad de vida y en el buen funcionamiento del sistema digestivo. Todo ello redunda en un
impacto favorecedor para la salud, puesto que aporta todos los nutrientes necesarios.

FUENTE: geriatricarea.com

Cinco claves vitales para lograr un envejecimiento activo en clave participativa

El envejecimiento de la población es uno de los principales retos a los que hacer frente durante este siglo. Y es que, con un ascenso constante del número de niños que alcanzan el período de adulto, unido asimismo a que más adultos llegan a la vejez, la mayor preocupación es la de asegurar que todos ellos gocen del más alto nivel de bienestar y de calidad de vida posible; de ahí que la promoción de un envejecimiento activo sea primordial.

Un reto de todos y para todos.

En este sentido, durante la II Asamblea Mundial de las Naciones Unidas sobre el envejecimiento celebrada en Madrid, la OMS ya se propuso como objetivo hacer de la vejez una experiencia positiva. Siguiendo esta misma línea y con el propósito de mejorar el bienestar de las personas mayores en un entorno social activo, presentamos cinco consejos para favorecer un envejecimiento activo en clave participativa:

1. Cultivar la mente

Solo cuando tenemos proyectos de aprendizaje reales, mantenemos activa nuestra mente y mejoramos
nuestras capacidades cognitivas. El objetivo de prevenir, mantener y mejorar las capacidades cognitivas y el bienestar de los residentes a través de un proyecto de aprendizaje real, deseado y motivante.

2. Realizar actividades estimulantes

Es de vital importancia la estimulación cognitiva para mantener la mente en forma. Las actividades permiten a los usuarios generar sensaciones olvidadas y aumentan su capacidad de evocar recuerdos y vivencias. En este tipo de actividades se trabajan la atención, la memoria, la concentración e incluso las habilidades sociales al disfrutarlas con otros residentes.

3. Practicar ejercicio

Para mantener la calidad de vida de las personas mayores, evitar el deterioro asociado a la edad y prevenir diversas patologías derivadas del sedentarismo, se aconseja realizar actividades y terapias que promuevan el bienestar físico.

4. Socializar

Pasar tiempo acompañado de familiares y amigos propicia mantenerse activo y ser más positivo; hecho que es fundamental en la vejez y que tiene efectos favorables en las personas mayores. Aquellas personas que mantienen un círculo social activo tienden a tener una mejor salud tanto a nivel físico como emocional.

5. Pasear y disfrutar del aire libre

Pasar tiempo al aire libre, refuerza el sistema inmunológico, mejora notablemente la salud de los huesos y la musculación, la disminución de la tensión arterial y la disminución de la sensación de soledad al despejar la mente y desconectar.

FUENTE: geriatricarea.com

Influenza: Una amenaza constante para la Salud.

El invierno recién comienza y el virus de la Influenza este año se ha tornado considerablemente
agresivo tempranamente para la población, significando un alto número de contagiados e incluso
fallecimientos a causa de esta.

La influenza es una enfermedad respiratoria altamente contagiosa provocada por los virus de la
influenza ya sea tipo A o B, que se puede trasmitir de persona a persona al toser, estornudar o
incluso tocar objetos contaminados con gotitas que provienen de una persona infectada y puede
tener consecuencias graves, especialmente en poblaciones vulnerables como niños, ancianos y
personas con condiciones preexistentes de salud.

Estefanía Villalobos, enfermera de las residencias Senior Suites, explica que “el presente año el
virus de la influenza comenzó a afectar de manera temprana, lo que significó la masiva campaña
de vacunación a la población más vulnerable en respuesta a la alta demanda en servicios de
urgencias debido al virus”.

Según estadísticas del Instituto de Salud Pública (ISP) este año 2024 se ha registrado un aumento
significativo de este virus respiratorio con alrededor de un 75% más en relación al año anterior del
virus influenza tipo A.

Por su parte, el Ministerio de Salud en su reciente informe señaló que la campaña de vacunación a
la población de riesgo ya alcanzó cerca de un 80%. Sin embargo, es importante señalar que existe
un alto número de personas que no se encuentran en este grupo objetivo, y que es relevante no
bajar la guardia frente a este virus. Ante este escenario, es crucial que la comunidad se informe
sobre los efectos y las medidas preventivas para evitar contagios.

En primer lugar, es crucial diferenciar los principales síntomas: fiebre, dolor de cabeza, fatiga
extrema, tos, dolor de garganta, congestión nasal, dolor muscular y/o corporal. “En casos graves,
la influenza puede llevar a complicaciones como neumonía, infecciones bacterianas secundarias y,
en algunos casos, la muerte”, explica Villalobos. “Debido a esto, es necesario tomar las correctas
medidas de cuidado y prevención”. Esto se traduce en:

  • Constante lavado de manos después de exponerse a zonas de contacto, limpiar y desinfectar superficies y objetos que se usan con frecuencia.
  • Evitar la exposición a contaminantes ambientales como el humo del cigarro, calefacciones con leña o similares.
  • Ventilación diaria del hogar para la circulación del aire.
  • Uso de mascarilla en espacios públicos o con aglomeraciones, cubrirse la nariz y boca con pañuelo desechable al estornudar y/o toser o cubrirse con el antebrazo.

Por otro lado, la especialista indica que en caso de contraer la enfermedad el tratamiento requiere
de medicamentos antivirales y cuidados en la casa, sin embargo, si la condición se agrava y
extiende en el tiempo, es crucial acudir a un centro asistencial para atención inmediata”.

“No hay que olvidar que la influenza es altamente contagiosa y conlleva graves consecuencias y
complicaciones a la salud a la que estamos todos expuestos”. “La manera más efectiva para
reducir el riesgo sigue siendo la vacunación, incluso si no se pertenece al grupo objetivo”, concluyó
Villalobos.

La Ludoterapia contribuye a prevenir de los efectos negativos del envejecimiento

Las actividades de Ludoterapia son un instrumento útil para la prevención de los efectos negativos del
envejecimiento, contribuyendo a mantener las capacidades cognitivas y físicas de las personas mayores, y
mejorando la autoestima y bienestar psicológico.

Dentro de las actividades que se engloban dentro de la Ludoterapia son los juegos de mesa, como por
ejemplo: las cartas, el dominó y el bingo.

Son numerosos los beneficios que aportan estas actividades, tanto a nivel físico, como son la coordinación óculo-manual, la realización de pinzas y presas, movilidad en los miembros superiores, etc; a nivel cognitivo, gracias al trabajo de memoria y atención; a nivel social y emocional, debido a que se realiza de manera grupal y mejora las relaciones entre usuarios.

FUENTE: geriatricarea.com

La mala calidad del sueño aumenta el riesgo de desarrollar Alzheimer

Un equipo internacional de investigadores junto a la Universidad de Bristol, ha demostrado una asociación entre la calidad del sueño y la patología relacionada con la enfermedad de Alzheimer en personas sin deterioro cognitivo.

Los resultados de esta investigación, que se enmarcan en el estudio europeo European Prevention of Alzheimer’s Dementia Longitudinal Cohort Study (EPAD LCS) indican que la mala calidad del sueño está relacionada con un incremento de la patología de la enfermedad de Alzheimer. Este hallazgo es relevante para ayudar a definir futuras terapias, para que puedan dirigirse a la fase adecuada de la enfermedad.

Las anomalías del sueño son frecuentes en la enfermedad de Alzheimer, y la calidad del sueño puede verse afectada desde la etapa preclínica de la enfermedad, incluso cuando no se experimentan otros síntomas. Comprender cómo y cuándo la falta de sueño contribuye a la progresión de la enfermedad de Alzheimer es importante para el diseño e implementación de futuras terapias.

Como indican los expertos, los datos epidemiológicos y experimentales de los que se disponía hasta el momento ya apuntaban a que las anomalías del sueño contribuirían al riesgo de enfermedad Alzheimer. Sin embargo, los estudios previos presentaban limitaciones por la falta de biomarcadores de la enfermedad de Alzheimer, porque presentaban un diseño no transversal, o por el tamaño reducido de la muestra de participantes. Este es el primer estudio que incluye todos estos factores.

La falta de sueño predice el Alzheimer en personas sin síntomas.

Gracias a los datos obtenidos, los investigadores han podido validar la hipótesis de que la falta de sueño está asociada con biomarcadores de líquido cefalorraquídeo (LCR) de la enfermedad de Alzheimer de forma transversal, y que predice incrementos futuros de la patología en personas sin síntomas identificables de la enfermedad de Alzheimer al inicio del estudio.

El equipo del Barcelonaβeta Brain Research Center (BBRC), en colaboración con investigadores de la Universidad de Bristol, ha analizado los datos de 1.168 adultos mayores de 50 años, incluyendo biomarcadores de la enfermedad de Alzheimer en el líquido cefalorraquídeo, rendimiento cognitivo y calidad del sueño. Para medir este último, han utilizado el cuestionario del índice de calidad del sueño de Pittsburgh (PSQI).

Mediante el análisis de muestras de líquido cefalorraquídeo de 332 participantes tomadas al inicio y después de un período promedio de 1,5 años, los investigadores han podido evaluar el efecto de la calidad del sueño inicial sobre el cambio en los biomarcadores de la enfermedad de Alzheimer a lo largo del tiempo.

La interrupción del sueño puede ser un factor de riesgo para el Alzheimer.

Los análisis transversales revelan que la mala calidad del sueño se asocia significativamente con un incremento de la proteína t-tau en el líquido cefalorraquídeo. Entre otros hallazgos, se ha demostrado que una duración corta del sueño, inferior a siete horas, se asocia con valores más altos de p-tau y t-tau, biomarcadores clave para medir el riesgo de Alzheimer en la fase preclínica de la enfermedad. Además, los análisis longitudinales mostraron que mayores alteraciones del sueño se asociaron con una disminución del biomarcador Aβ42 a lo largo del tiempo.

En definitiva, este estudio demuestra que la mala calidad del sueño reportada por los participantes se asocia con una mayor patología relacionada con la enfermedad de Alzheimer en individuos sin deterioro cognitivo. Estos resultados refuerzan aún más la hipótesis de que la interrupción del sueño puede representar un factor de riesgo para la enfermedad de Alzheimer. Por ello, son necesarias investigaciones futuras para probar la eficacia de las prácticas preventivas, diseñadas para mejorar el sueño en las etapas presintomáticas de la enfermedad, con el fin de reducir la patología de la enfermedad de esta enfermedad.

Las personas interesadas pueden consultar aquí el artículo “Cross-sectional and longitudinal association of sleep and Alzheimer biomarkers in cognitively unimpaired adults” , publicado en Brain Communications.

FUENTE: geriatricarea.com

¿Deben los adultos mayores someterse a cirugías mayores?

Estudio realizado por investigadores de la Escuela de Medicina de Yale.

Casi uno de cada siete adultos mayores muere dentro de un año después de someterse a una
cirugía mayor, según un nuevo estudio que arroja luz sobre los riesgos que enfrentan las personas
mayores cuando tienen procedimientos invasivos.

Los pacientes mayores con probable demencia (33 % mueren dentro del año) y fragilidad (28 %),
así como aquellos que se someten a cirugías de emergencia (22%) son los más vulnerables. La
edad avanzada también aumenta el riesgo: los pacientes de 90 años o más tienen seis veces más
probabilidades de morir que los de 65 a 69.

El estudio de investigadores de la Escuela de Medicina de Yale, publicado en JAMA Surgery, aborda
una importante brecha: aunque en Estados Unidos los pacientes de 65 años y más representan
casi 40 % de todas las cirugías, faltan datos nacionales detallados sobre los resultados de estos
procedimientos.

“Como campo, hemos sido realmente negligentes al no comprender los resultados quirúrgicos a
largo plazo para los adultos mayores”, dijo la doctora Zara Cooper, profesora de cirugía en la
Escuela de Medicina de Harvard y directora del Centro de Cirugía Geriátrica en Brigham and
Women’s Hospital de Boston.

La información sobre cuántas personas mayores mueren, desarrollan discapacidades, ya no
pueden vivir de forma independiente o tienen una calidad de vida significativamente peor después
de una cirugía mayor es crítica.

“Lo que los pacientes mayores quieren saber es ‘¿Cómo será mi vida?’ Pero no hemos podido
responder antes con datos de calidad”, dijo Cooper.

En el estudio, el doctor Thomas Gill y colegas de Yale examinaron datos de reclamos de Medicare
Tradicional y de encuestas del estudio Nacional de Tendencias de Salud y Envejecimiento que
abarcan de 2011 a 2017.

Se contabilizaron como cirugías mayores los procedimientos invasivos que se realizan en
quirófanos con pacientes bajo anestesia general. Los ejemplos incluyen cirugías para reemplazar
caderas rotas, mejorar el flujo sanguíneo en el corazón, extirpar cáncer de colon y vesículas
biliares, y reparar válvulas cardíacas y hernias, entre muchas más.

Los adultos mayores tienden a experimentar más problemas después de la cirugía si tienen
afecciones crónicas como enfermedades cardíacas o renales, si ya están débiles o tienen dificultad
para moverse, si su capacidad para cuidar de sí mismos está comprometida, y si tienen problemas
cognitivos, apuntó Gill, profesor de medicina, epidemiología y medicina de investigación en Yale.

Hace dos años, el equipo de Gill realizó una investigación que mostró que uno de cada tres adultos
mayores no había vuelto a su nivel básico de funcionamiento a los seis meses de una cirugía
mayor. Los más propensos a recuperarse fueron los adultos mayores que se sometieron a cirugías
electivas para las que podían prepararse con anticipación.

En otro estudio, publicado el año pasado en Annals of Surgery, su equipo encontró que se realizan
un millón de cirugías mayores en personas de 65 años o más cada año, incluido un número
significativo cerca del final de la vida.

“Esto abre todo tipo de preguntas: ¿Estas cirugías se hicieron por una buena razón? ¿Cómo se
define la cirugía adecuada? ¿Se consideraron las metas del paciente?”, dijo el doctor Clifford Ko,
profesor de cirugía en la Escuela de Medicina de UCLA y director de la División de Investigación y
Atención Óptima del Paciente en el Colegio Estadounidense de Cirujanos.

Como ejemplo de este tipo de toma de decisiones, Ko describió a un paciente de 93 años que se
enteró de que tenía cáncer de colon en etapa temprana además de una enfermedad preexistente
del hígado, el corazón y los pulmones. Después de una discusión en profundidad y de que se le
explicara que el riesgo de malos resultados era alto, el paciente decidió no realizar un tratamiento
invasivo.

Pero la mayoría de los pacientes eligen la cirugía. La doctora Marcia Russell, cirujana del Sistema
de Atención de Salud del Área de Asuntos de Veteranos de Los Ángeles, describió a un paciente de
90 años que recientemente se enteró de que tenía cáncer de colon durante una internación
prolongada por neumonía.

“Hablamos con él sobre la cirugía y su meta era vivir el mayor tiempo posible”, dijo Russell. Para
prepararlo en casa para la futura cirugía, le recomendó que hiciera fisioterapia y comiera más
alimentos ricos en proteínas, para fortalecerse.

“Es posible que necesite de seis a ocho semanas para prepararse para la cirugía, pero está
motivado para mejorar”, dijo Russell.

Las decisiones que toman las personas mayores acerca de someterse a una cirugía mayor tienen
amplias implicaciones sociales. “Casi todas las subespecialidades quirúrgicas experimentarán
escasez de profesionales en los próximos años”, dijo Becher. Señaló que en 2033 habrá casi 30.000
cirujanos menos que los necesarios para satisfacer la demanda esperada.

Estas tendencias hacen que los esfuerzos por mejorar los resultados quirúrgicos para los adultos
mayores sean aún más críticos. Sin embargo, el progreso ha sido lento. El Colegio Estadounidense
de Cirujanos lanzó un importante programa de mejora de la calidad en julio de 2019, ocho meses
antes de la pandemia de Covid-19.

Requiere que los hospitales cumplan con 30 estándares para lograr una experiencia reconocida en
cirugía geriátrica. Hasta ahora están participando menos de 100 de los miles de hospitales
elegibles.

Uno de los sistemas más avanzados del país, el Centro de Cirugía Geriátrica del Brigham and
Women’s Hospital, ilustra lo que es posible. Allí, se examina a los adultos mayores candidatos y,
aquellos a los que se considera frágiles se someten a una evaluación geriátrica exhaustiva y se
reúnen con una enfermera que ayudará a coordinar la atención después del alta.

FUENTE: elnuevodia.com

La pérdida auditiva es un factor de riesgo para desarrollar deterioro cognitivo o demencia.

Muchas personas desconocen que la pérdida auditiva no solo afecta la capacidad de oír, sino que también puede ser un factor de riesgo adicional de deterioro cognitivo o de demencia en edades avanzadas, tal y como señalan los expertos.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 466 millones de personas en todo el mundo sufren de pérdida auditiva discapacitante, una cifra que podría superar los 900 millones en el año 2050. Y tal y como apunta el Informe Mundial sobre el Alzheimer der Alzheimer’s Disease International (ADI), una pérdida auditiva leve, moderada o severa incrementa el riesgo de desarrollar demencia en dos, tres y hasta cinco veces más, respectivamente.

Las personas mayores, ya de por sí, presentan problemas cognitivos por el proceso fisiológico del envejecimiento, pero se agrava cuando hay una pérdida auditiva, afectando en la rapidez en la que se procesa la información, la memoria y las funciones ejecutivas.

Existen diferentes aspectos en los que la pérdida auditiva puede contribuir al desarrollo de la demencia:

  1. Aislamiento social
    Las personas con pérdida auditiva tienden a reducir su interacción social, lo que puede conducir al
    aislamiento, la soledad y la depresión, factores reconocidos como riesgos para la demencia.
  2. Causa neuropatológica común
    Estudios sugieren que tanto la pérdida auditiva como la demencia podrían compartir una base
    neuropatológica, indicando que la pérdida auditiva podría ser una manifestación temprana de la enfermedad.
  3. Carga cognitiva
    La falta de audición obliga al cerebro a esforzarse más para procesar sonidos, lo que podría
    sobrecargar otras áreas cognitivas, incrementando el riesgo de deterioro a largo plazo.

Audífonos, herramienta para prevenir o retrasar la demencia.

Un estudio reciente publicado en el Journal of the American Medical Association (JAMA) Otolaryngology Head-Neck Surgery1 ha examinado la relación entre el uso de audífonos y la incidencia de demencia, señalando que:

  • Las personas con pérdida auditiva que no usaban audífonos presentaban un riesgo
    considerablemente mayor de desarrollar demencia en comparación con aquellas que los usaban.
  • El uso de audífonos podría prevenir o retrasar la aparición y progresión de la demencia
    En este sentido, los especialistas recalcan la importancia de promover el uso de audífonos entre las
    personas con pérdida auditiva, especialmente en los casos más severos, ya que los audífonos no solo
    permiten mejorar la audición, sino que también ayudan a mantener el cerebro activo al facilitar el
    procesamiento de los sonidos. Esto es clave para prevenir el deterioro cognitivo.

FUENTE: geriatricarea.com