La mala calidad del sueño aumenta el riesgo de desarrollar Alzheimer

Un equipo internacional de investigadores junto a la Universidad de Bristol, ha demostrado una asociación entre la calidad del sueño y la patología relacionada con la enfermedad de Alzheimer en personas sin deterioro cognitivo.

Los resultados de esta investigación, que se enmarcan en el estudio europeo European Prevention of Alzheimer’s Dementia Longitudinal Cohort Study (EPAD LCS) indican que la mala calidad del sueño está relacionada con un incremento de la patología de la enfermedad de Alzheimer. Este hallazgo es relevante para ayudar a definir futuras terapias, para que puedan dirigirse a la fase adecuada de la enfermedad.

Las anomalías del sueño son frecuentes en la enfermedad de Alzheimer, y la calidad del sueño puede verse afectada desde la etapa preclínica de la enfermedad, incluso cuando no se experimentan otros síntomas. Comprender cómo y cuándo la falta de sueño contribuye a la progresión de la enfermedad de Alzheimer es importante para el diseño e implementación de futuras terapias.

Como indican los expertos, los datos epidemiológicos y experimentales de los que se disponía hasta el momento ya apuntaban a que las anomalías del sueño contribuirían al riesgo de enfermedad Alzheimer. Sin embargo, los estudios previos presentaban limitaciones por la falta de biomarcadores de la enfermedad de Alzheimer, porque presentaban un diseño no transversal, o por el tamaño reducido de la muestra de participantes. Este es el primer estudio que incluye todos estos factores.

La falta de sueño predice el Alzheimer en personas sin síntomas.

Gracias a los datos obtenidos, los investigadores han podido validar la hipótesis de que la falta de sueño está asociada con biomarcadores de líquido cefalorraquídeo (LCR) de la enfermedad de Alzheimer de forma transversal, y que predice incrementos futuros de la patología en personas sin síntomas identificables de la enfermedad de Alzheimer al inicio del estudio.

El equipo del Barcelonaβeta Brain Research Center (BBRC), en colaboración con investigadores de la Universidad de Bristol, ha analizado los datos de 1.168 adultos mayores de 50 años, incluyendo biomarcadores de la enfermedad de Alzheimer en el líquido cefalorraquídeo, rendimiento cognitivo y calidad del sueño. Para medir este último, han utilizado el cuestionario del índice de calidad del sueño de Pittsburgh (PSQI).

Mediante el análisis de muestras de líquido cefalorraquídeo de 332 participantes tomadas al inicio y después de un período promedio de 1,5 años, los investigadores han podido evaluar el efecto de la calidad del sueño inicial sobre el cambio en los biomarcadores de la enfermedad de Alzheimer a lo largo del tiempo.

La interrupción del sueño puede ser un factor de riesgo para el Alzheimer.

Los análisis transversales revelan que la mala calidad del sueño se asocia significativamente con un incremento de la proteína t-tau en el líquido cefalorraquídeo. Entre otros hallazgos, se ha demostrado que una duración corta del sueño, inferior a siete horas, se asocia con valores más altos de p-tau y t-tau, biomarcadores clave para medir el riesgo de Alzheimer en la fase preclínica de la enfermedad. Además, los análisis longitudinales mostraron que mayores alteraciones del sueño se asociaron con una disminución del biomarcador Aβ42 a lo largo del tiempo.

En definitiva, este estudio demuestra que la mala calidad del sueño reportada por los participantes se asocia con una mayor patología relacionada con la enfermedad de Alzheimer en individuos sin deterioro cognitivo. Estos resultados refuerzan aún más la hipótesis de que la interrupción del sueño puede representar un factor de riesgo para la enfermedad de Alzheimer. Por ello, son necesarias investigaciones futuras para probar la eficacia de las prácticas preventivas, diseñadas para mejorar el sueño en las etapas presintomáticas de la enfermedad, con el fin de reducir la patología de la enfermedad de esta enfermedad.

Las personas interesadas pueden consultar aquí el artículo “Cross-sectional and longitudinal association of sleep and Alzheimer biomarkers in cognitively unimpaired adults” , publicado en Brain Communications.

FUENTE: geriatricarea.com

¿Deben los adultos mayores someterse a cirugías mayores?

Estudio realizado por investigadores de la Escuela de Medicina de Yale.

Casi uno de cada siete adultos mayores muere dentro de un año después de someterse a una
cirugía mayor, según un nuevo estudio que arroja luz sobre los riesgos que enfrentan las personas
mayores cuando tienen procedimientos invasivos.

Los pacientes mayores con probable demencia (33 % mueren dentro del año) y fragilidad (28 %),
así como aquellos que se someten a cirugías de emergencia (22%) son los más vulnerables. La
edad avanzada también aumenta el riesgo: los pacientes de 90 años o más tienen seis veces más
probabilidades de morir que los de 65 a 69.

El estudio de investigadores de la Escuela de Medicina de Yale, publicado en JAMA Surgery, aborda
una importante brecha: aunque en Estados Unidos los pacientes de 65 años y más representan
casi 40 % de todas las cirugías, faltan datos nacionales detallados sobre los resultados de estos
procedimientos.

“Como campo, hemos sido realmente negligentes al no comprender los resultados quirúrgicos a
largo plazo para los adultos mayores”, dijo la doctora Zara Cooper, profesora de cirugía en la
Escuela de Medicina de Harvard y directora del Centro de Cirugía Geriátrica en Brigham and
Women’s Hospital de Boston.

La información sobre cuántas personas mayores mueren, desarrollan discapacidades, ya no
pueden vivir de forma independiente o tienen una calidad de vida significativamente peor después
de una cirugía mayor es crítica.

“Lo que los pacientes mayores quieren saber es ‘¿Cómo será mi vida?’ Pero no hemos podido
responder antes con datos de calidad”, dijo Cooper.

En el estudio, el doctor Thomas Gill y colegas de Yale examinaron datos de reclamos de Medicare
Tradicional y de encuestas del estudio Nacional de Tendencias de Salud y Envejecimiento que
abarcan de 2011 a 2017.

Se contabilizaron como cirugías mayores los procedimientos invasivos que se realizan en
quirófanos con pacientes bajo anestesia general. Los ejemplos incluyen cirugías para reemplazar
caderas rotas, mejorar el flujo sanguíneo en el corazón, extirpar cáncer de colon y vesículas
biliares, y reparar válvulas cardíacas y hernias, entre muchas más.

Los adultos mayores tienden a experimentar más problemas después de la cirugía si tienen
afecciones crónicas como enfermedades cardíacas o renales, si ya están débiles o tienen dificultad
para moverse, si su capacidad para cuidar de sí mismos está comprometida, y si tienen problemas
cognitivos, apuntó Gill, profesor de medicina, epidemiología y medicina de investigación en Yale.

Hace dos años, el equipo de Gill realizó una investigación que mostró que uno de cada tres adultos
mayores no había vuelto a su nivel básico de funcionamiento a los seis meses de una cirugía
mayor. Los más propensos a recuperarse fueron los adultos mayores que se sometieron a cirugías
electivas para las que podían prepararse con anticipación.

En otro estudio, publicado el año pasado en Annals of Surgery, su equipo encontró que se realizan
un millón de cirugías mayores en personas de 65 años o más cada año, incluido un número
significativo cerca del final de la vida.

“Esto abre todo tipo de preguntas: ¿Estas cirugías se hicieron por una buena razón? ¿Cómo se
define la cirugía adecuada? ¿Se consideraron las metas del paciente?”, dijo el doctor Clifford Ko,
profesor de cirugía en la Escuela de Medicina de UCLA y director de la División de Investigación y
Atención Óptima del Paciente en el Colegio Estadounidense de Cirujanos.

Como ejemplo de este tipo de toma de decisiones, Ko describió a un paciente de 93 años que se
enteró de que tenía cáncer de colon en etapa temprana además de una enfermedad preexistente
del hígado, el corazón y los pulmones. Después de una discusión en profundidad y de que se le
explicara que el riesgo de malos resultados era alto, el paciente decidió no realizar un tratamiento
invasivo.

Pero la mayoría de los pacientes eligen la cirugía. La doctora Marcia Russell, cirujana del Sistema
de Atención de Salud del Área de Asuntos de Veteranos de Los Ángeles, describió a un paciente de
90 años que recientemente se enteró de que tenía cáncer de colon durante una internación
prolongada por neumonía.

“Hablamos con él sobre la cirugía y su meta era vivir el mayor tiempo posible”, dijo Russell. Para
prepararlo en casa para la futura cirugía, le recomendó que hiciera fisioterapia y comiera más
alimentos ricos en proteínas, para fortalecerse.

“Es posible que necesite de seis a ocho semanas para prepararse para la cirugía, pero está
motivado para mejorar”, dijo Russell.

Las decisiones que toman las personas mayores acerca de someterse a una cirugía mayor tienen
amplias implicaciones sociales. “Casi todas las subespecialidades quirúrgicas experimentarán
escasez de profesionales en los próximos años”, dijo Becher. Señaló que en 2033 habrá casi 30.000
cirujanos menos que los necesarios para satisfacer la demanda esperada.

Estas tendencias hacen que los esfuerzos por mejorar los resultados quirúrgicos para los adultos
mayores sean aún más críticos. Sin embargo, el progreso ha sido lento. El Colegio Estadounidense
de Cirujanos lanzó un importante programa de mejora de la calidad en julio de 2019, ocho meses
antes de la pandemia de Covid-19.

Requiere que los hospitales cumplan con 30 estándares para lograr una experiencia reconocida en
cirugía geriátrica. Hasta ahora están participando menos de 100 de los miles de hospitales
elegibles.

Uno de los sistemas más avanzados del país, el Centro de Cirugía Geriátrica del Brigham and
Women’s Hospital, ilustra lo que es posible. Allí, se examina a los adultos mayores candidatos y,
aquellos a los que se considera frágiles se someten a una evaluación geriátrica exhaustiva y se
reúnen con una enfermera que ayudará a coordinar la atención después del alta.

FUENTE: elnuevodia.com

La pérdida auditiva es un factor de riesgo para desarrollar deterioro cognitivo o demencia.

Muchas personas desconocen que la pérdida auditiva no solo afecta la capacidad de oír, sino que también puede ser un factor de riesgo adicional de deterioro cognitivo o de demencia en edades avanzadas, tal y como señalan los expertos.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 466 millones de personas en todo el mundo sufren de pérdida auditiva discapacitante, una cifra que podría superar los 900 millones en el año 2050. Y tal y como apunta el Informe Mundial sobre el Alzheimer der Alzheimer’s Disease International (ADI), una pérdida auditiva leve, moderada o severa incrementa el riesgo de desarrollar demencia en dos, tres y hasta cinco veces más, respectivamente.

Las personas mayores, ya de por sí, presentan problemas cognitivos por el proceso fisiológico del envejecimiento, pero se agrava cuando hay una pérdida auditiva, afectando en la rapidez en la que se procesa la información, la memoria y las funciones ejecutivas.

Existen diferentes aspectos en los que la pérdida auditiva puede contribuir al desarrollo de la demencia:

  1. Aislamiento social
    Las personas con pérdida auditiva tienden a reducir su interacción social, lo que puede conducir al
    aislamiento, la soledad y la depresión, factores reconocidos como riesgos para la demencia.
  2. Causa neuropatológica común
    Estudios sugieren que tanto la pérdida auditiva como la demencia podrían compartir una base
    neuropatológica, indicando que la pérdida auditiva podría ser una manifestación temprana de la enfermedad.
  3. Carga cognitiva
    La falta de audición obliga al cerebro a esforzarse más para procesar sonidos, lo que podría
    sobrecargar otras áreas cognitivas, incrementando el riesgo de deterioro a largo plazo.

Audífonos, herramienta para prevenir o retrasar la demencia.

Un estudio reciente publicado en el Journal of the American Medical Association (JAMA) Otolaryngology Head-Neck Surgery1 ha examinado la relación entre el uso de audífonos y la incidencia de demencia, señalando que:

  • Las personas con pérdida auditiva que no usaban audífonos presentaban un riesgo
    considerablemente mayor de desarrollar demencia en comparación con aquellas que los usaban.
  • El uso de audífonos podría prevenir o retrasar la aparición y progresión de la demencia
    En este sentido, los especialistas recalcan la importancia de promover el uso de audífonos entre las
    personas con pérdida auditiva, especialmente en los casos más severos, ya que los audífonos no solo
    permiten mejorar la audición, sino que también ayudan a mantener el cerebro activo al facilitar el
    procesamiento de los sonidos. Esto es clave para prevenir el deterioro cognitivo.

FUENTE: geriatricarea.com