Arrugas en el futuro: Chile y el envejecimiento
De acuerdo con las estadísticas de las Naciones Unidas, al 2020, Chile era el país más envejecido de toda Latinoamérica y el Caribe. Según el índice de envejecimiento de entonces, había casi 94 adultos mayores –de 65 años y más– por cada 100 niños y jóvenes menores de 15 años. Se estima, además, que al 2050 un tercio de la población chilena tendrá más de 60 años.
Este fenómeno se explica en gran manera por el aumento de la esperanza de vida al nacer, la que se calcula sobrepasará los 90 años en el 2100 y la baja fecundidad que Chile ha experimentado en los últimos años. Hace unas décadas, entre 1960 y 1970, el promedio de hijos de una mujer en periodo fértil en nuestro país oscilaba entre 5-6 hijos, muy por encima del promedio actual, que apenas es de 1,03 hijos por mujer.
Miremos nuestro carnet de identidad: ¿cuánto años nos falta para jubilar? ¿20 o 30 años? ¿llegaremos sanos? ¿contamos con los suficientes recursos económicos para costear los cuidados y eventuales tratamientos? O haciéndolo más simple: ¿vemos la vejez como una etapa que, probablemente, viviremos? Si no nos hemos preguntado lo anterior, es comprensible, toda vez que la vejez es la etapa final del ciclo vital, que necesariamente concluye con la muerte, un tema del que no todos gustan de conversar.
Como sociedad contamos con algunas iniciativas, como la Ley 19.828 que estableció la creación del Servicio Nacional del Adulto Mayor (SENAMA), la Ley 21.168 que establece el derecho a la atención preferente en salud para mayores de 60 años y la reciente aprobación de la Política Nacional de Apoyo y Cuidados 2025-2030, enfocada claramente en los cuidados que requieren las personas mayores con algún grado de dependencia.
Justamente, en época de elecciones presidenciales, conviene leer los programas de los dos candidatos que pasaron a segunda vuelta. Una de las propuestas contempla, entre otras cosas, la ampliación de centros diurnos comunitarios de personas mayores, aumento del número de las viviendas tuteladas
y ELEAM (Establecimiento de Larga Estadía para Adultos Mayores), y desarrollo del Senior Tech.
La propuesta del otro candidato se titula “Generación dorada” y tiene un enfoque en cuidados y autonomía de la persona mayor, incluyendo aspectos de empleo formal después de la edad de jubilación y prevención del “edadismo”, que se refiere a la discriminación por edad cronológica, basada en estereotipos, prejuicios y actitudes negativas hacia las personas mayores.
Sería ideal tener un gran equipo de rayos X y sacar una radiografía a nuestro país, que nos arroje cómo enfrentamos el envejecimiento desde el uso de las tecnologías de la información, el transporte, la vivienda, la fuerza de trabajo, entre otros aspectos sumamente importantes. Esta información no es difícil de recoger, pero se necesita con urgencia que todos los actores, tanto del Estado como privados, hagan ya este diagnóstico país y que la futura administración de prioridad a este fenómeno que avanza.
Invito a hacer un benchmarking y mirar países que envejecieron antes que nosotros. Como España, que en 2006 promulgó la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia, que creó el Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia (SAAD), y que, entre otras estrategias, promueve el derecho a disfrutar de un entorno saludable, seguro y a recibir asistencia socio-sanitaria.
Fuente: El Desconcierto