Se tenga la edad que se tenga, nunca hay que parar. El movimiento es salud desde la infancia hasta la
tercera edad, pero muchas personas abandonan el ejercicio conforme van cumpliendo años.
Sin embargo, tenemos un remedio inmediato, seguro y ajustado para algunos de los principales riesgos de la
salud. Es gratis. Funciona para ricos y pobres, hombres y mujeres, jóvenes y mayores: la actividad física.
Ser fiel a ella de forma regular permite mantener la energía, la independencia, reducir el dolor, mejorar el
estado general de salud, aliviar los síntomas de determinadas enfermedades y prevenir otras como las
enfermedades cardiacas, la obesidad, la diabetes y hasta el deterioro cognitivo.
Además, aumenta la participación social, incrementa la calidad del sueño, un beneficio muy de agradecer
según se cumplen años, reduce la ansiedad y la depresión, mantiene el equilibrio psíquico e incrementa la
longevidad.
Recomendaciones de especialistas para los mayores de 80:
Una buena forma de empezar con la práctica de ejercicio es caminar. Se puede hacer en cualquier lugar y en
cualquier momento.Gimnasia acuática y natación son muy recomendables. porque el agua favorece la
reducción de la tensión de las articulaciones del cuerpo. El yoga, que da flexibilidad y fuerza, es otra buena
opción, sin descartar otros deportes como el golf o el pilates.
Los especialistas consultados coinciden en señalar que las personas de edad más avanzada no se animan a
realizar deporte porque sienten que es un desafío, por problemas de salud, por temor a lesiones o caídas o
porque, simplemente, no saben por dónde empezar. Muchos adultos mayores creen además que ya es
demasiado tarde para adentrarse en esta aventura porque van a envejecer de todas formas.
Pero la realidad es bien distinta. El ejercicio es la clave para mantenerse fuerte, enérgico y saludable a
medida se cumplen años. Basta con agregar movimiento y actividad a la vida diaria: subir escaleras en lugar
de tomar el ascensor, dar paseos cortos o hacer flexiones de rodilla tras mucho tiempo sentado.
En algunos casos, será necesario que un instructor geriatra sea quien determine su ritmo. Pero si se siente
con fuerzas para emprender por sí solo esta tarea, aquí van cuatro ejercicios sencillos que se pueden realizar
en casa y enseguida evidenciarán resultados:
1. Abdominales. No solo ayudan a los músculos del abdomen, sino también al fortalecimiento de la
columna. Una forma de practicarlos es acostándose bocarriba, flexionando las rodillas y levantando los pies.
Posteriormente, empiece a pedalear como si estuviera en una bicicleta.
2. Brazos. Estire los brazos, enlace las manos por los dedos y presione las mismas entre sí, después
cambiamos la posición, pasando la mano que estaba hacia abajo hacia arriba y viceversa. Apoye la palma de
una mano en la de la otra y empuje mutuamente, alternando la posición después de unos segundos de
trabajo, como hicimos anteriormente.
3. Rodillas. Fortalece los músculos de la parte posterior del muslo. Se pueden usar pesas de tobillo si ya ha
realizado actividad física previa. Póngase derecho, con las manos apoyadas en el respaldo de una silla que le
sirva de sujeción. Incline la rodilla izquierda, de modo que la pantorrilla suba lo más cerca posible del muslo.
No mueva la parte superior de la pierna y espere tres segundos a bajarla. Repita lo mismo con la derecha.
Alterne los ejercicios con ambas piernas y haga repeticiones.
4. Caderas. De nuevo, apóyese en una silla o mesa y levante la rodilla izquierda lo más cerca del pecho.
Manténgase recto, sin inclinar la cintura ni las caderas, al menos un minuto. Repita con la otra rodilla.