Salud: la importancia del agua en la tercera edad

Los adultos mayores deben cuidar aún más de ingerir la cantidad de líquidos adecuada para su cuerpo. Si está en esa etapa y además tiene una enfermedad aguda o crónica, puede descompensarse por la falta de hidratación.

El considerable aumento de la población mayor de 60 años se ha acelerado. Incluso, estadísticas señalan que entre los países de Latinoamérica y el Caribe, Chile tiene una de las mayores expectativas de vida al nacer. En la tercera edad, las personas de 80 años o más forman el conjunto de mayor crecimiento, existiendo un predominio del sexo femenino en este grupo etario.

La llegada de las altas temperaturas en primavera y verano, sumado al mencionado envejecimiento de la población, pone el énfasis en la deshidratación de los adultos mayores como una de las complicaciones que se agudiza en esta temporada.

Para dar a conocer los alcances de este problema, el geriatra de Clínica Vespucio Dr. Cristián Mercado aporta interesantes datos y recomendaciones acerca de esta alteración, que ocurre frecuentemente en los adultos mayores.

La deshidratación se define como la pérdida rápida de más del 3% del peso corporal.

Con el paso de los años existe una disminución del agua corporal total. “A los 30 años corresponde a un 60% del peso corporal y a los 80 años es un 50%, aproximadamente”, explica el especialista.

Al envejecer también existen otros cambios que predisponen a la deshidratación como “la disminución del estímulo de la sed (hipodipsia), modificaciones en el sistema regulador de agua y electrolitos (sodio, potasio, cloro), la baja de sensibilidad de una hormona que preserva el agua corporal y  una disminución renal para concentrar la orina”, argumenta.

La  falta de hidratación puede producirse por pérdida excesiva de agua, disminución de cantidad de agua ingerida o por ambas. “Generalmente es debida a varias causas como infecciones, fiebre, diarreas, vómitos, orina excesiva  en el caso de la diabetes y el consumo de  diuréticos”,  señala.

También existen otros motivos que “favorecen la disminución de agua ingerida como el acceso restringido a la misma por limitación física, trastorno visual, restricción de líquidos por indicación médica, alteración de conciencia (tranquilizantes, hipnóticos, delirio), dificultad en deglutir, entre otros. De todos estos, la limitación funcional  y los medicamentos son los que provocan mayor riesgo de  deshidratación”, comenta.

Algunos de los síntomas que puede presentar si usted está deshidratado son: “presión baja, alta frecuencia cardiaca, mucosa oral y sublingual seca, puede presentar alteración de la conciencia, desorientación y escasa orina”, detalla el geriatra de Clínica Vespucio.

Si padece de enfermedades agudas y/o crónicas como diabetes, insuficiencia cardiaca, insuficiencia renal o edemas, debe controlar adecuadamente su ingesta hídrica, pues la falta o el exceso de agua puede descompensar su enfermedad.  Para ello, deberá seguir exactamente la indicación de su médico tratante.

Sobre el tratamiento, Mercado comenta que este consiste en “suministrar líquidos vía oral o endovenosa, de acuerdo a necesidad del paciente. Además se administran electrolitos si necesario”, puntualiza.

Como la prevención siempre resulta clave, en los casos de adultos mayores sanos o con patología crónica controlada, “se recomienda la ingesta de aproximadamente 30 ml de agua por kilo de peso al día. Por ejemplo una mujer con un peso de 60 kilos deberá ingerir  1.800 ml de agua como mínimo al día”.

La dieta en sal y agua deben ser indicadas cuidadosamente. No se puede olvidar que estos son fundamentales para una adecuada nutrición. “El adulto mayor debe considerar que dentro de su estado nutricional, existe requerimiento diario de agua”.

“A quienes forman parte de la tercera edad se les debe pedir  que beban líquido aunque no tengan sed, más aún si existe un ambiente de calor. En aquellas personas que viven solas o que son dependientes, es necesario asistir su hidratación”, afirma.

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