Aunque alrededor de la ortodoncia ha surgido un buen número de creencias, lo cierto es que se trata de un procedimiento que por su naturaleza y objetivos está hecho para niños, adolescentes y adultos; incluso para personas de la tercera edad. La razón es sencilla: el objetivo de la ortodoncia, en casi todos los casos, es mejorar la estética facial y corregir irregularidades dentales. Se puede hacer ortodoncia a cualquier edad: en un adolescente o un
adulto, y hasta en el adulto mayor. La única limitación que impone este tratamiento es que el paciente no tenga un buen soporte de hueso y de encías, o que éstas no se encuentren sanas. De acuerdo con los especialistas, uno de los mitos más comunes sobre los brackets, y que sigue arraigado en el imaginario de algunas personas, es que es clave ponerlos en la adolescencia, ya que los dientes se mueven con mayor facilidad en esta etapa, mito que los expertos niegan rotundamente. Los dientes siempre se van a mover, lo hacen durante toda la vida ya que el cuerpo va cambiando: cambia el pelo, cambia la piel, cambian los músculos… es un proceso natural. Por esta misma razón es indispensable, después de un tratamiento de ortodoncia, el uso de los retenedores y la asistencia juiciosa a los controles programados. De esta manera se mantienen los resultados obtenidos y se lucen derechos los dientes por un largo tiempo. Actualmente existe un crecimiento en la demanda de tratamientos de ortodoncia por parte de personas adultas, ya que por fin la mayoría logró romper el mito que determinaba que estos procedimientos no se podían practicar en adultos. Ahora son conscientes de lo importante y fácil que es la ortodoncia para poder realizar otro tipo de tratamientos, como rehabilitaciones o implantes, al reacomodar los dientes.
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