Referencia: https://assisted-living.aplaceformom.com/articles/eldercare-decision-and-guilt/
Poner a cualquier persona en un nuevo ambiente puede muchas veces ser una experiencia incómoda y estresante. De un momento a otro y justo cuando son más vulnerables, le pedimos a nuestros padres que formen nuevas amistades, que confíen en cuidadores profesionales y se aclimaten a nuevos ambientes y horarios. Estas demandas los desafiarán agudamente, mientras nosotros sólo podemos esperar que ellos pongan lo mejor de su parte para asimilar la nueva situación.
Según el Dr. Stephan Quentzel, Director Médico de Psiquiatría en el Instituto para la Salud Familiar Urbana de Nueva York, los sentimientos de culpa que muchas veces sienten los hijos en estas situaciones, son típicos cuando se enfrentan al traslado de sus padres a una institución.
“Hay muchos factores que generan los sentimientos de culpabilidad,” explica Quentzel. “Se experimentan emociones que van desde sentirse irresponsable a sentirse excesivamente responsable.
“La mayoría deseamos que nuestros padres aún sean quienes tomen las decisiones, pero nos trastornamos cuando tenemos que tomar sus papeles. Nos sentimos culpables por la inversión de roles.”
“Una manera de enfrentar estas situación es anticiparse,” sugiere. “Encargarse de los asuntos con anticipación mejora nuestra capacidad de tratar a nuestros padres. Entre mayor sea nuestra perspectiva, mejor será el resultado. Visitar residencias con los padres es un método para mantenerlos partícipes de su traslado”.
El “quizá o el podría ser” añaden aún más culpabilidad a nuestros sentimientos, creando un ciclo vicioso emocional. De pronto nos encontramos repensando nuestra decisión, volviendo a discutir temas zanjados, preguntándonos si hacemos lo correcto.
“En nuestra sociedad,” observa Quentzel, “estamos acostumbrados a tomar las decisiones lo más informados posible acerca de lo que compramos, donde vivimos, etc. La medicina no siempre proporciona respuestas perfectas”.
Quentzel cree que este asunto también se puede preveer. “Hay que tratar de tomar las decisiones con los padres mientras todavía puedan hacerlo. Un Poder de Cuidados Médicos o un Deseo escrito facilitará los trámites”.
Cuando el tema es la reubicación en una residencia de ancianos los niveles de ansiedad pueden ser aún más elevados, al ser ésta una decisión con enormes consecuencias financieras y de estilo de vida. Una planificación anticipada puede ampliar las opciones, resolver muchas preguntas iniciales y clarificar parte de la ambigüedad, pero la duda y la incertidumbre de cómo saldrán las cosas lamentablemente quedan.
“La paradoja, por supuesto, es que sólo queremos aliviar el dolor y sufrimiento de nuestros padres, sacrificando aún nuestra comodidad,” según Quentzel. “Y todavía, por su naturaleza, el resultado deseado muchas veces queda en duda.”
“Centrarse en las pequeñas victorias puede ayudar a aliviar nuestra culpa. Éstas incluyen lograr un excelente cuidado paliativo, crear actividades significativas o mantener a nuestros padres juntos el mayor tiempo posible. Tomar la decisión de cambiar a una vida asistida de una forma informada es un paso potencialmente inmenso hacia este objetivo”.
En lo posible, debemos mantener la autoridad de nuestros padres. “Ellos guardan la historia familiar y el conocimiento cultural de décadas. Ellos aprecian la longevidad de su familia y su temor (y nuestra culpa) de ser suplantados disminuye”.
Trasladar a nuestros padres nunca será fácil. Nos enfrentamos a una decisión que desafía nuestros ideales de la relación padre-hijo, donde el estrecho periodo de tiempo que tenemos para tomar estas decisiones por lo general nos obliga a hacerlas sin tener todos los recursos disponibles. Pero lo hacemos lo mejor que podemos con lo que tenemos, recordando que alguna vez nuestros padres hicieron lo mismo con nosotros.