Un problema común entre las personas de la tercera edad son las enfermedades cardiovasculares, que constituyen una de las primeras causas de discapacidad y muerte.
Los eventos cardiovasculares cerebrales (EVC) son padecimientos neurológicos en los que existe una interrupción del flujo de sangre en alguna región del cerebro.
No existe una única causa de los EVC, sino que son diversos factores de riesgo, entre ellos la presión alta, arritmias cardiacas, diabetes mellitus, colesterol elevado y el tabaquismo.
Los signos de alarma de las enfermedades cardiovasculares cerebrales son debilidad o parálisis repentina en la cara, brazo o pierna de un lado del cuerpo, así como visión borrosa o incapacidad para hablar o entender el lenguaje.
Lo ideal para los EVC es la prevención, una vez que ha sucedido se debe acudir a un servicio de urgencias, en donde se confirmará el diagnóstico y se valorará la posibilidad de dar tratamiento para vencer la obstrucción al flujo de sangre en la zona de cerebro afectada.
La rehabilitación posterior al Evento Vascular Cerebral pretende que la persona reaprenda las habilidades que perdió cuando una parte de su cerebro se dañó, lo que puede incluir las básicas como el caminar, vestirse, bañarse o comunicarse.
Los dos factores que determinan la respuesta a la rehabilitación son la edad de la persona y la presencia de problemas cerebrales con anterioridad, pues en algunas personas la recuperación puede ser pronta, mientras que en otras sólo se verá una leve mejora.