Aprenda a tratar la depresión en la tercera edad

Que la sociedad occidental está en constante desarrollo es innegable. El avance de las nuevas tecnologías y de las ciencias de la salud ha hecho posible que hoy en día exista un incremento en nuestra esperanza de vida: vivimos más, pero con el paso del de los años puede aumentar la posibilidad de convivir con dolencias propias de la edad. Dolencias orgánicas, psicológicas, emocionales y sociales que nos generan malestar y vulnerabilidad si no sabemos cómo afrontarlas.

La Organización Mundial de la Salud define la depresión como un trastorno frecuente, caracterizado por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer (anhedonia), sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño, cansancio y falta de concentración.

Al igual que en otros grupos de edad, no existe una única causa que explique el origen o mantenimiento de esta enfermedad en la población mayor. Factores genéticos, sucesos vitales estresantes, factores socioeconómicos o, incluso, estilos de personalidad pueden contribuir en la aparición de la depresión.

Sin embargo, existen particularidades que se presentan en el adulto mayor como son la presencia de hipocondría, el aumento de quejas somáticas en las consultas médicas y un incremento del número de visitas hospitalarias e ingresos.

 

Las mujeres sufren más de depresión

En el plano afectivo, las emociones pueden verse alteradas por ciertas situaciones conflictivas que van sucediendo a lo largo de la vida del adulto mayor como la jubilación, la pérdida de seres queridos o el diagnóstico de enfermedades crónicas. Las personas mayores se enfrentan a múltiples cambios y estresores, incluyendo situaciones de dependencia. A partir de los 65 años, las gratificaciones o recompensas que se recibían del entorno (económicas, sociales, familiares, interpersonales), disminuyen significativamente.
De hecho, lo más probable es que durante esta etapa, hayan más pérdidas que ganancias. La soledad juega un papel importante en la depresión de personas en edad avanzada y se destaca que, hoy en día, hay un 28,9% de mujeres mayores de 65 años que viven solas frente al 14,1% de los hombres.

Puede ser un riesgo para la vida diaria

La depresión también puede tener otras formas de efectos potencialmente nocivos para la salud de una persona mayor. La depresión puede llevar a hábitos alimenticios que acaben resultando en obesidad, provocando también pérdida considerable del apetito y la reducción de niveles de energía, ocasionado a veces un trastorno conocido como anorexia geriátrica.

 

Las personas deprimidas de la tercera edad también experimentan índices más altos de insomnio y pérdida de memoria. También tienen tiempos de reacción más prolongados que lo normal, lo que aumenta los riesgos asociados con cocinar, conducir, auto medicarse y otras tareas que requieren una atención completa.

 

¿Qué puede hacer para tratar la depresión?

Estos son algunos aspectos a tener en cuenta al tratar la depresión en una persona mayor:

  • Sea consciente de las limitaciones físicas. Aliente a una persona mayor a consultar con un médico antes de hacer cambios en su dieta o emprender una nueva actividad que pueda estresar su resistencia.

 

  • Respete las preferencias individuales. Debido a que las personas mayores tienden a ser menos dóciles a los cambios de estilo de vida, pueden ser reacias a adoptar nuevos hábitos o a hacer cosas que otras personas de su edad disfrutan mucho.

 

  •  Sea diplomático. Una persona mayor con una autoestima frágil puede interpretar expresiones de aliento y estimulo bien intencionadas como una prueba más del deterioro de su estado.

 

Hay que reducir los síntomas de la depresión

Respecto a los factores sociales, una de las dificultades que dificultan la detección precoz de este trastorno del estado de ánimo es la influencia de los estereotipos sociales y culturales sobre la vejez. Se señalan como personas frágiles, de ánimo triste, con poca actividad.
Esta tendencia generalizada afecta a la visión de los propios profesionales que están en contacto con este grupo poblacional e influye en el mantenimiento de la propia autonomía, en la prevención de enfermedades, asumiendo que pueden ser síntomas típicos de este grupo de edad.
La intervención de la depresión con personas en la Tercera Edad debe ir enfocada a reducir sus síntomas con las particularidades propias de esta población.

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