Incontinencia Urinaria Senil

Referencia: https://nursing-homes.aplaceformom.com/articles/elderly-urinary-incontinence/

Aunque la incontinencia urinaria es algo que puede ocurrir en cualquier edad, es más común durante la vejez. Según estudios, una de cada cinco personas mayores de 40 años sufre de este desorden, mientras que entre las personas que viven en residencias para mayores, esta cifra asciende al 50%.

Si bien, la incontinencia urinaria es común en la vejez, no es normal y bien tratada se puede curar en casi todos los casos.

Causas y síntomas

Las causas de la incontinencia son vastas y diversas; van desde no tomar demasiado líquido hasta condiciones más serias como una vejiga inflamada. Puede ser gatillada por otras enfermedades, como el Alzheimer, mientras que en las mujeres se puede experimentar incontinencia durante el embarazo o la menopausia, y problemas de próstata en los hombres.

La incontinencia urinaria senil puede tomar varias formas. A continuación presentaremos las 5 más comunes.

Entre los adultos mayores, la más común es la incontinencia impulsiva, una necesidad urgente de orinar sin alcanzar a llegar al baño. Se cree que se produce por la contracción involuntaria de la vejiga que el paciente simplemente no puede detener.

La incontinencia por tensión se produce cuando se comprime la vejiga producto de un esfuerzo abdominal, como toser, estornudar o reír. En la vejez, los músculos de la vejiga están tan debilitados que se pueden producir fugas de orina simplemente por levantarse de una silla. También es común en mujeres embarazadas, en la menopausia y en hombres con problemas a la próstata.

La incontinencia desbordante es una de las más extrañas. Se produce cuando la vejiga no es capaz de evacuar todo el líquido de una vez, ya sea por músculos debilitados, obstrucción del tracto urinario o daño neurológico. Esto ocasiona que la persona tenga que ir muy frecuentemente al baño sin poder orinar completamente.

La incapacidad de llegar al baño a tiempo conduce al diagnóstico de la incontinencia funcional, en donde el paciente aún es capaz de sentir necesidad pero no puede planear correctamente el viaje hacia el baño. Puede ser ocasionada por desórdenes neurológicos, como el Alzheimer o la esclerosis múltiple.

Si se experimenta más de alguna de estas incontinencias, estamos frente a una incontinencia compuesta, más común entre pacientes con algún tipo de demencia.

Diagnóstico

Cuando nos enfrentamos a un caso de incontinencia urinaria, muchas veces no sabemos a qué especialista llevar al paciente: a un médico general, a un geriatra o a un urólogo. La verdad es que es preferible visitar al médico de mayor confianza, pues el tema de la incontinencia puede ser vergonzoso para nuestro ser querido.

De cualquier modo, lo que se espera de una visita como esta es lo siguiente:

  • Un urocultivo para descartar infecciones o sangre en la orina.
  • Exámenes de sangre, para revisar el funcionamiento del riñón, niveles de calcio y glucosa.
  • Una cuidadosa discusión de la historia médica del paciente.
  • Un profundo examen físico, incluido examen rectal y pélvico para mujeres y uno urológico para los hombres.

A menudo se le pide al paciente que lleve un “diario” de su vejiga, que debería incluir información como qué es lo que toma, cuándo y cuánto orina, y si ha tenido “accidentes” de incontinencia.

Si el análisis anterior no arroja un diagnóstico satisfactorio, se puede recurrir a exámenes más avanzados, que pueden incluir rayos X o pruebas hidrodinámicas en la vejiga. Estos permiten analizar las capacidades del paciente y descartar posibles complicaciones, como tumores o cálculos.

Tratamientos y guía práctica

Después del diagnóstico se procede a realizar un tratamiento adecuado, que puede ser terapia conductual, medicamentos, dispositivos médicos y cirugía.Por lo general, la primera línea de tratamiento es la terapia conductual, que a menudo cura la incontinencia. Los tratamientos conductuales pueden incluir el entrenamiento de la vejiga, un programa para ir al baño, ejercicios en los músculos pélvicos y cambios en la dieta. Lo bueno de las terapias de comportamiento es que no hay efectos secundarios y la respuesta es proporcional a la labor de la paciente.

El entrenamiento de la vejiga puede involucrar aprender a retrasar la micción alargando gradualmente el tiempo entre las idas al baño. Idas al baño programadas son eficaces para las personas con problemas de movilidad o trastornos neurológicos.

Ejercicios musculares pélvicos, llamados Kegels, fortalecen los músculos que ayudan a regular la orina. Por lo general, se necesita practicarlos todos los días, para el resto de la vida, pues detenerse puede significar el regreso de la incontinencia.

Los medicamentos son utilizados con frecuencia en combinación a las terapias conductuales:

  • Antiespasmódicos o drogas anticolinérgicas: Estas son generalmente prescritos para la incontinencia impusova y los ejemplos incluyen Vesicare ®, Detrol LA ®, Ditropan XL ®, Oxytrol ® y Sanctura ®. El efecto secundario más común es la sequedad bucal. Los menos comunes incluyen visión borrosa, estreñimiento, y confusión mental.
  • Terapia de reemplazo hormonal: la terapia de estrógeno -con una crema vaginal, anillo o parche- se utiliza para contrarrestar la atrofia de la piel, mucosa de la uretra y la vagina en las mujeres postmenopáusicas.
  • Antibióticos: Estos se prescriben cuando la incontinencia es causada por una infección del tracto urinario o una próstata inflamada.
  • Otros: Para los hombres con próstatas inflamadas hay medicamentos que relajan los músculos que se usan en la micción o bien, ayudan a reducir la próstata. Flomax ®, que relaja los músculos, es comúnmente prescrita para esta condición.

Dispositivos médicos se pueden prescribir para las mujeres:

  • Inserciones uretrales: Se trata de un tampón que se inserta en su uretra, por lo general durante las actividades relacionadas con sus episodios de incontinencia, como el tenis. La mujer se lo quita cuando necesita orinar.
  • Pesario: Se trata de un dispositivo intra-vaginal, similar a un diafragma que soporta la vejiga. Un médico coloca el pesario, que debe ser sacado, inspeccionados y limpiado cada tres meses.

Si su ser querido sufre de incontinencia urinaria, una cuidadosa higiene ayuda a evitar complicaciones, tales como erupciones en la piel y la orina con olores. Para la limpieza, utilice un jabón suave. Vaselina o manteca de cacao también puede proteger la piel. Asegúrese secar bien la piel después de orinar. Trate de disponer la casa de forma que sea fácil llegar al baño, evitando que el paciente corra y pueda accidentarse.

Cirugía

La cirugía es una alternativa que sólo se analiza como última opción. Aunque existen más de 150 procedimientos quirúrgicos, los siguientes son los más comunes:

  • En las mujeres se puede inyectar colágeno alrededor de la uretra, que es un procedimiento que toma de dos a tres minutos. Esta fijación dura 3 meses, por lo que necesita repetirse.
  • Para los hombres con incontinencia por tensión, un esfínter urinario artificial puede ser implantado en el cuello de la vejiga. Éste se maneja con una válvula que se presiona cuando se quiere orinar.
  • Un estimulador del nervio sacro, que es un dispositivo implantado en el abdomen con un cable de conexión a los nervios relacionados con una función de la vejiga, es un procedimiento bastante raro, utilizado en aproximadamente 0,5 % de la población. Con éste, la función de la vejiga se regula electrónicamente.

Por supuesto, el paso más importante es buscar ayuda médica profesional, y darse cuenta que es una condición muy tratable. Con el tratamiento adecuado, su ser querido pronto volverá a disfrutar de un paseo en el parque o de una noche en el cine.

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